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El término de Amor Líquido, referente a la fragilidad de las relaciones en la actualidad, fue planteado por Zygmunt Bauman en el libro del mismo nombre publicado en el año 2003, donde se aborda la situación de los vínculos humanos a partir de relaciones efímeras y de cómo hoy en día nos tratamos unos a otros como un producto.

 

Ya no estamos hablando únicamente de la primacía de las nuevas tecnologías y las redes sociales, ésas que nos unen con múltiples personas en el momento en que nosotros elijamos. Este concepto va un poco más allá. El individualismo busca sólo satisfacer necesidades puntuales con un principio y un fin, de ahí la idea de “amor líquido”, emociones que no se pueden retener y que se escapan fugazmente de las manos hasta desaparecer.

 

Es algo que para muchos puede sonar desconsolador. Vivimos en un mundo dinámico donde lo real en ocasiones se conjuga con lo virtual, una modernidad líquida donde muchas cosas parecen escaparse de nuestras manos.

 

Una idea asociada con la esencia que parece vivirse en la sociedad de hoy en día donde se valora en demasiadas ocasiones lo fugaz, el consumismo puntual que da la satisfacción a una necesidad momentánea y que seguidamente, se desecha.

 

Relación del concepto de Amor Líquido con las aplicaciones de citas como Tinder

El uso de aplicaciones para conseguir citas es consecuencia de este tipo de interacciones y en los últimos años han tomado gran relevancia en el que la oferta ha ido de la mano de la demanda, ofreciéndonos gran variedad de características y dinámicas para poder tener contacto con la persona del otro lado de la pantalla.

 

Bauman plantea que el establecer una relación formal hoy en día va de la mano (para nuestras generaciones) con una forma de dependencia y estancamiento con otra persona, al mismo tiempo que utilizamos el amor de manera recreativa para satisfacer deseos que van más allá de los vínculos emocionales.

 

En el año 2007, Fernando Trías de Bes, pensador y filósofo español, recoge la expresión de lo líquido en su artículo publicado en el diario El País y titulado “Personas de usar y tirar”. Trías de Bes acuña el término ya expuesto por Bauman de Amor Líquido y su tesis de la fragilidad de los vínculos humanos, para exponer las características que hoy en día marcan las relaciones humanas.

 

Para él, el Amor Líquido es una consecuencia de la sociedad líquida. Una sociedad en la que:  

  • Priman las conexiones en lugar de las relaciones.

  • La gente prefiere conectarse que relacionarse. Lo que da lugar a las denominadas “redes sociales”.

  • En la actualidad es más deseable pertenecer a una red que tener un buen amigo.

  • La calidad no es suficiente y se sustituye por cantidad. Algo que está estrechamente ligado al concepto de Tinder. Queremos amigos (igual que queremos enamorarnos) pero no queremos el compromiso de la amistad (no queremos una relación con ataduras). De esta forma, conectarse en redes es una buena solución porque menos compromiso implica también menor riesgo.

  • Base más líquida y menos duradera.

  • Los líquidos no mantienen su forma, son menos vulnerables que los sólidos. Citando a Trías de Bes, la sociedad de la que venimos era más sólida, pero también más resistente al cambio y, por lo tanto, menos capaz de evolucionar. ¿Nos hace esto más felices?

  • Para Bauman la búsqueda de la felicidad está tendiendo a ser reemplazada por la “búsqueda de momentos felices o de éxtasis episódicos”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El amor ha ido modificándose con el tiempo y las épocas históricas,

que han marcado maneras de vincularse y de sentir.

 

En 1999, Giddens realizó un estudio sociohistórico en el que observó la evolución de la forma en que se concebía el amor. Así, vio como, durante el siglo XVIII-XIX, el amor romántico era el predominante y se unía a la popularización de la novela romántica. En este tipo de amor, “los afectos y los lazos, el elemento sublime del amor, tienden a predominar sobre el ardor sexual”.

 

En esta posmodernidad actual (o modernidad reflexiva, como la llama Giddens) el amor romántico ha perdido su razón de ser. Las redes sociales han permitido que las personas se conozcan mediante plataformas digitales de interacción, abandonando cada vez más las nociones de “conquista”, “coqueteo” y “romance”. Los dispositivos móviles e Internet están contribuyendo a reflexibilizar y replantear el mapa de las relaciones amorosas y sexuales al abrir nuevas posibilidades, modelos y estereotipos.

 

En estas plataformas virtuales, las y los individuos se conectan para entablar en algún sentido una relación de pareja, pero muchas de estas relaciones son líquidas, en términos de Bauman (2006): la globalización, que nos lleva al consumismo, se ha apoderado del amor para convertirlo en otra mercancía más. Bauman (2006) explica que la definición romántica del amor “hasta que la muerte nos separe” está pasada de moda, ya que ha trascendido su fecha de vencimiento debido a la reestructuración radical de las estructuras de parentesco de las que dependía y de las cuales extraía su vigor e importancia. La desvinculación del amor romántico en la modernidad reflexiva permitió también, en algún grado, una liberalización de la sexualidad.

 

El espacio mediado por las tecnologías, especialmente por Internet, ha podido llegar a significar un lugar para poder hacer lo que generalmente las personas no harían en los espacios tradicionales y físicos de la vida cotidiana. Este amor, que se nutre de la virtualidad, podría denominarse, en palabras de Giddens "amor confluente", pues es un amor contingente, activo y por consiguiente, choca con las expresiones de “para siempre”, “solo y único”, que se utilizan en el complejo amor romántico. Podría decirse que es un tipo de amor más libre, desvinculado de los prejuicios de antaño sobre el estar necesariamente juntos en el mismo espacio para demostrar afecto, hasta posiblemente sin la base de una institución religiosa en la que se busque la legitimidad de su unión —temporal, en la mayoría de casos—, etcétera.

Es un amor también más individualista, donde prima el deseo de satisfacer ya, aquí y ahora, el deseo sexual/sensual/erótico, sin necesidad de proyectar hacia el futuro, sin necesidad de entregar nada a cambio, ni de desnudar el alma y las emociones. Es una propuesta para mantener las emociones resguardadas, de consumo rápido, propia de una sociedad consumista y capitalista. Así, podríamos decir que Tinder y las demás aplicaciones semejantes, no tienen mucho de qué diferenciarse con respecto a una hamburguesa de McDonald’s o una Coca Cola.

 

La metáfora de la liquidez o fluidez es la adecuada, según Bauman (2003), para aprehender la naturaleza de la fase actual de la era moderna. La modernidad líquida comenzó con el cambio en las relaciones espacio-temporales: cuando el espacio y el tiempo llegaron a separarse en la vida misma y entre sí, para comenzar a ser teorizadas como categorías independientes.

 

Esta nueva visión y experimentación de lo espacio-temporal acarreó como consecuencia la idea de velocidad y aceleración: el cambio espacio-temporal se explica cuando la distancia recorrida en una unidad de tiempo pasó a depender de la tecnología y pudieron transgredirse los límites heredados de la velocidad del movimiento, mediante el acceso a medios de movilidad más rápidos.

 

Comenzó, en fin, a vivirse la “vida instantánea”, según Bauman. Este autor predice, así, “el fin de la era del compromiso mutuo” pues, la técnica principal de la vida instantánea es la huida, el escurrimiento, la elisión, el rechazo concreto de cualquier mantenimiento a largo plazo, el no involucramiento con responsabilidades que lleven a asumir consecuencias de cualquier índole.

 

Bauman prefiere hablar de “conexiones” en vez de “relaciones”, y de “redes” en vez de “parejas”, para denominar mejor las dinámicas interpersonales actuales

 

Es un proceso de individualización que genera una desintegración total de la trama social y se entiende como una necesidad de aislarse y de romper con todo vínculo humano; es decir, de des-solidificar o licuar las relaciones personales. Así, la sociedad de la modernidad líquida es inconsistente en sí misma y es incapaz de ofrecer sostén a cualquiera de los vínculos humanos.

Asimismo, para Bauman, el Amor Líquido fluye determinado por la pasividad de la tecnología que provee Internet, en el sentido de que el modo de vinculación actual se entiende como metáfora de las relaciones virtuales o del ciberamor. Esto no significa que las relaciones se construyan únicamente por Internet, pero sí que las relaciones se generen “como si” lo hicieran por Internet, es decir, en el flujo virtual de la no estabilidad. Por esta razón Bauman prefiere hablar de “conexiones” en vez de “relaciones”, y de “redes” en vez de “parejas”, para denominar mejor las dinámicas interpersonales actuales. Es decir, a diferencia de las “relaciones” e ideas semejantes que resaltan el compromiso mutuo, la “red” y sus “conexiones” resaltan y dan vía a la falta de compromiso.

¿Liquidez o liquidación del amor?

¿Por qué Amor Líquido?
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